jueves, 20 de septiembre de 2012

Polonia, potencia agrícola de Europa


Pese a que la agricultura ocupa a un 15% de la población activa y Polonia es el principal productor de manzanas, patata y centeno de Europa, el país no es autosuficiente y tiene que importar aceite vegetal, grano y trigo  


Gran parte de las explotaciones son minifundios.

Dar una visión global sobre la agricultura de un país es, sin duda, una osadía. Sobre todo, cuando no eres de allí, estás de visita y no recorres más que una pequeña parte del territorio nacional. Pero no podía dejar caer en saco roto las impresiones recibidas en un reciente viaje a Polonia y arrinconar las fotografías realizadas, casi siempre en movimiento y a través de la ventanilla del tren y el autobús.

Y desde mi asiento, vi pomaradas interminables. No en vano, Polonia es el cuarto productor de manzana del mundo, por detrás de China, Estados Unidos y Turquía, y el primero de Europa. Algunas voces, supuestamente autorizadas, recelan de su calidad frente a las procedentes de otros lugares del continente. Pero los productores polacos se defienden y alegan en su favor que usan pocos fertilizantes y productos químicos. Este país del Este presume de agricultura ecológica, pero no puede hacerlo de mecanización del campo. De hecho, el parque de maquinaria agrícola deja bastante que desear, con tractores de pequeño tamaño, sin cabina y escasa potencia, y aperos que en España se dejaron de utilizar hace ya décadas.

Polonia es el mayor productor de manzanas
de Europa y el cuarto del mundo

Además de manzana, Polonia produce otras frutas: pera, ciruela, cereza, guinda, fresa, frambuesa y grosella. Con algunas de ellas, doy fe, hacen ricas salsas para acompañar las carnes. También hortalizas, como col, zanahoria, cebolla, remolacha, pepino y tomate. De hecho, es el cuarto país de Europa en producción hortícola, con cerca de un 9% del total. También dedica grandes extensiones de suelo agrícola a los cereales (trigo, cebada, avena y centeno), al tabaco, a la colza y a la patata, tubérculo del que es el principal productor europeo. Y estos días, en que toca esta labor, nos encontramos a muchos agricultores recogiendo patatas. En muchos casos, a mano.

No resulta extraña la baja mecanización si tenemos en cuenta que buena parte de la superficie agrícola son minifundios, de estos muchos -casi la mitad de las granjas del país- destinados casi exclusivamente al autoconsumo.   

Un puesto de venta del peculiar queso Oscypek.

La agricultura tiene casi el mismo peso que la ganadería, que destaca por la producción de carne de porcino, vacuno, pollo, huevos y leche. También está creciendo la industria agroalimentaria. Entre los productos elaborados nos encontramos una variedad de queso muy peculiar y muy distinta a las españolas en forma y sabor, el Oscypek, típico de los Montes Tatras, en el extremo sur del país.

Pese a que el sector primario ocupa a un 15% de la población activa, sólo supone un 4% del PIB. Y pese a que la zona rural ocupa más del 90% de la superficie del país y a la importancia social, económica y ambiental de este sector, en muchos casos no consigue autoabastecerse y tiene que importar aceite vegetal, alimentos de proteína, grano y trigo. Ocurre así debido a los rigores climatológicos, a que las temporadas de cultivo son cortas, el tamaño de las fincas pequeño –como mencionábamos antes- y el suelo no muy rico. Aunque hay de todo, según donde vayas. Los mejores terrenos están en las laderas de las montañas del sur y en las mesetas bajas del país. Creo que, precisamente, son los que vi yo, suelos oscuros y poco pedregosos, con maíces a punto para su recogida.

domingo, 2 de septiembre de 2012

23 años, universitario, parado y vendimiador en Francia



No se han borrado de mi cabeza los recuerdos de los españoles que, a primeros de los años 70, acudían en masa a vendimiar a Francia. Cierro los ojos y veo a familias enteras cargadas hasta los topes y viajando de noche en tren. Eran unos trenes de asientos de escay verde. Y no sé por qué motivo les pongo ese color, el verde. Al fin y al cabo, las imágenes de la televisión entonces llegaban a la pantalla de mi casa en blanco y negro.

Ahora ya no van en tren ni hacen tantos trasbordos como entonces. Viajan en autobús y dejan a los niños en España, con sus abuelos. Algunos ni siquiera tienen niños. Son jóvenes, en muchos casos universitarios, que, cansados de llamar a puertas en busca de trabajo, acuden a Francia para ganar algo de dinero. Según los datos que manera el sindicato Comisiones Obreras,  pueden ganar entre 1.500 y 1.900 euros en los 20 o 25 días que dura la campaña.

Desde finales de agosto, 14.800 trabajadores españoles han emprendido el camino del norte para trabajar en la campaña francesa, este año menos copiosa debido a las condiciones climáticas y la escasez de lluvias. Frente a los 51 millones de hectolitros de uva para vino recogidos en 2011, este año está previsto echar a la caja 42,5 millones. Eso sí, las autoridades francesas auguran unos caldos de gran calidad.

La crisis económica explica este trasiego de mano de obra española, que nos devuelve aquellas imágenes de décadas atrás. Los españoles no se conforman con buscar trabajo en la vendimia española, desplazando a los inmigrantes que hasta hace pocos años eran quienes, mayormente, la llevaban a cabo. También hacen las maletas para participar en el país vecino en la recogida de la uva y, también, en la de la manzana o la fresa. Aunque no cruzan la frontera todos los que quieren. El número de solicitantes va en aumento -este año creció un 30%-, y los viñedos franceses no dan abasto para dar trabajo a todos.

El sector del vino en Francia genera en torno a un millón de puestos de trabajo, 300.000 dedicados a la recolección de la uva. Quienes estén dispuestos a viajar hasta allí y trabajar entre 35 y 43 horas semanales a cambio de un jornal que oscila entre 8 y 9 euros por hora, pueden encontrar más información en la red europea de empleo EURES, el servicio de empleo público de Francia y en la agencia nacional de empleo del sector agrícola del país vecino. Necesitarán llevar DNI, NIE o pasaporte, la tarjeta sanitaria europea y el formulario E-104 del INSS. Además, CC OO recomienda llevar el carné de conducir, dos fotos de carné, el precontrato de la oferta laboral y una tarjeta de crédito. También, a su vuelta, les aconseja no olvidarse de traer la copia del contrato y la nómina.

Es tal el movimiento de españoles que van a Francia, que se ha creado un grupo en facebook, que también cuenta con una página web con información útil, llamado trabajarenlavendimia.com . Son veteranos de la vendimia francesa que en su día no encontraban información y que, en muchos casos, se tuvieron que quedar en casa al no conseguir ponerse en contacto con los viñedos que ofrecen trabajo. Conscientes de que los que van detrás pueden encontrarse con el mismo problema y con el afán de ayudarles en la búsqueda de empleo, han elaborado una guía en la que aparecen datos de contacto de los viñedos.

Visto lo visto, nos tocará seguir viendo imágenes de españoles partiendo a Francia cuando el verano se apaga y llega el otoño. Año tras año, una y otra vez. Como ocurría en los setenta. Esta vez, en vez de ir en tren, los jornaleros cogen el autobús o comparten coche. Ya no les vemos con pantalones de campana y estampados psicodélicos en imágenes en blanco y negro. Desafortunadamente, no son imágenes del pasado, sino que llegan a todo color y en alta definición a nuestros televisores y, también, a las pantallas de nuestros ordenadores y nuestros teléfonos móviles. Y quien sabe si cualquier día nos tocará hacer el petate y marchar a la vendimia a Francia.