jueves, 24 de enero de 2013

¿Es buena la nieve para el campo?

 

La nieve  es buena si cae en el momento en que se la espera, en invierno, y con las tareas hechas, los campos arados y sembrado el cereal. Ayuda al terreno a coger reservas de agua y ablanda los terrones. Pero si pilla al agricultor con el pie cambiado o cae fuera de temporada, puede no ser tan buena.




Hace un año a estas alturas hablábamos de una fuerte sequía meteorológica y de unos agricultores que esperaban las precipitaciones como agua de mayo. 12 meses después nos encontramos con un mapa del tiempo totalmente distinto, con nevadas a discreción y abundancia de precipitaciones. De hecho, hay regiones, como Aragón, donde los hombres del campo ya anuncian que muchos cultivos, especialmente cereales de invierno, están amenazados por el desbordamiento del río Ebro. Por cierto, también hablan de que la crecida incontrolada del caudal no se debe tan sólo a las fuertes precipitaciones, sino que también tiene mucho que ver la suciedad del cauce, provocada por la dejadez y la falta de previsión de las autoridades.

Estos últimos días, la cota de nieve ha bajado tanto, que hemos visto nevar en numerosas regiones. Y en El Espantapájaros nos hicimos una pregunta que puede que también se la hagan muchos lectores: 

¿Es buena la nieve para los cultivos?


Evidentemente no hay una única y absoluta respuesta. Depende, entre otras cosas, del momento del ciclo agrícola en que se encuentren esos cultivos y de la época del año en que caigan las nieves. Evidentemente si el agricultor no ha recogido las cosechas, la nieve le perjudicará. Y si cae en octubre o noviembre, fuera de cuando se espera, habrá muchos que estén todavía en campaña de recogida y estropee todo un año de trabajo.

Sin embargo, si llega cuando se la espera, cuando los campos están arados y los cereales sembrados, la nieve es estupenda. Por un lado, contribuye a que la tierra coja reservas de agua y, por otro, ablanda los terrones.

Puede ser que el agricultor se encuentre ahora con la remolacha o el maíz sin recoger, ya sea por dejadez o por otras circunstancias: la meteorología le ha provocado retrasos indeseados, la cosechadora que suele contratar está ocupada, etcétera… Pero lo normal es que en enero o febrero, ya esté la cosecha en el granero, incluso vendida, y que la nieve sea benéfica. Es más, lo lógico y normal es que en estos meses de invierno haga frío y nieve. Por algo, los ciclos agrícolas siguen los ciclos de la naturaleza, eso sí, últimamente algo trastornados por los vaivenes del cambio climático.

Por algo siempre se dijo ‘Año de nieves, año de bienes’, refiriéndose a que un invierno blanco augura unas buenas cosechas.

También, que ‘El invierno no lo come el lobo’, es decir, que si ahora, que es cuando corresponde, no hace frío y estamos de ‘veranillo’, ya vendrá el invierno después, cuando uno no se lo espera y lo que toca es la primavera.

Siguiendo con refranes, ‘Cuando marzo mayea, mayo marcea’. Y eso no es bueno para el campo: se irán al traste los frutos y los árboles que empiezan a 'despertar' y a brotar tras el invierno. Es malo que venga el tiempo cambiado. Lo ideal es que en cada estación haga la meteorología que corresponde. Aunque, como decía al principio, a la hora de pronunciarse sobre qué tiempo es bueno para cada momento, no valen las generalizaciones. Porque, insisto, ‘Nunca llueve a gusto de todos’. Y a algunos estas borrascas les habrán pillado con el pie cambiado o habrán desbordado sus expectativas.