Ya hablamos de la conveniencia de consumir frutas de
temporada que se producen en nuestro entorno próximo. Es una forma de propiciar
la riqueza local, garantizar la calidad
de los productos, evitar consumos innecesarios de combustible para su
transporte y, al ser cercanos y resultar más baratos, ahorrar unos eurillos en
la cesta de la compra. Lo hicimos en octubre, un mes en el que por supuesto hay
frutas y verduras de temporada -porque haberlas siempre las hay-, pero no en la
cantidad y con la variedad en que se dan en este momento.
Los melocotones se pueden escaldar durante unos minutos para pelarlos mejor. |
Una vez cosechada, surge el problema de qué hacer con tanta
fruta. No es nuevo. Desde antiguo, la humanidad ya ideó medidas de conservación, sobre todo para guardar alimentos para los meses en los que no
hay tanta abundancia. He leído que los griegos descubrieron que recubriendo las
frutas y algunas verduras con cera virgen se conservaban mejor. Con el mismo
fin también añadían miel a frutas frescas, que cocían y depositaban en odres
impermeabilizados con resinas.
También siguen este sistema otras muchas que expresamente
compran fruta para elaborar su mermelada casera. A veces lo hacen por gusto y
afición. De hecho, si buscan en el supermercado, como me pasó a mí, encontrarán
mermeladas por el mismo precio de un tarro vacío de idéntico tamaño: algo más
de 65 céntimos de euro. En fin, no sé si merece la pena el trabajo de limpiar y
esterilizar los botes, pelar la fruta, tenerla al fuego durante varias horas, embotarla
y poner al baño María. Y si encima tienen que comprar el material… Pero lo
cierto es que sabrán lo que se llevan a la boca y aunque se gasten dinero, se
‘ahorrarán’ en conservantes E-…, que por muy autorizados que estén, cuantos
menos, mejor.
Deshuesando, pelando y metiendo la fruta en el bote. Luego se echa el almíbar. |
Aparte de hacer mermelada, otra de las opciones es hacer
melocotón en almíbar, elaborado con agua, azúcar y limón. Precisamente este
cítrico se utiliza como conservante natural en las conservas caseras. Es, por
tanto, imprescindible antes de ponernos manos a la obra. También azúcar. Aunque
algunos recetarios indican una proporción mayor de edulcorante, yo bajaría la
dosis para que no resulte tan dulce: de uno a cuatro, es decir, un kilo de
azúcar por cada cuatro de melocotón. ¡Pero eso va en gustos!
Nosotros lo que sí hacemos es hervir las piezas de fruta
durante 4 o 5 minutos para quitarles la piel mejor. Después de esta operación y
de cortarlas en trozos, algunos libros de cocina sugieren que se dejen macerar
con el azúcar durante varias horas. Evidentemente, cuanto más tiempo dure este
proceso, menor tiempo de cocción necesitarán. Uno de los trucos es introducir
varias pepitas de melocotón en la mezcla, que luego se quitarán para no
llevarse sustos y evitar visitas al dentista. También hay que tener cuidado de que no
se pegue. Luego, sólo queda meter en botes y cocer al baño María. Cuenta la
leyenda -y la Wikipedia-
que su nombre se debe a su inventora, María la Judía , una afamada alquimista del siglo III que,
con este método, intentó imitar las condiciones de la naturaleza para calentar
lentamente mezclas de varias sustancias.