Bien entrado el mes de agosto, la campaña de cereales de
invierno toca a su fin. La mayoría de los agricultores de Castilla y León ya han
recogido sus cosechas, este año con el aliciente de verse recompensados con
unos precios elevados. La cara amarga de la campaña la pone la escasez de
lluvias, que amenaza el riego en algunas zonas de España y que, convertida en
pertinaz sequía, ha asolado las cosechas de Estados Unidos y del Este de
Europa.
Un campo de trigo en la provincia de Zamora. |
En otoño, cuando tocaba la sementera, ya dedicamos un
artículo al trigo. Entonces ya informábamos de que la campaña comenzó mal, con
pocas lluvias, pero con mucho optimismo gracias al buen precio del cereal en
aquel momento: entre 34 y 40 pesetas por kilo. Unos nueve meses después, el
precio no sólo se ha mantenido, sino que incluso se ha disparado hasta las 42
pesetas… y subiendo.
Así que mientras el resto de los mortales se desespera con
un ojo puesto en la evolución de la prima de riesgo y otro en un probable
rescate de la economía española por parte de la Unión Europea a la vuelta de
las vacaciones de verano, los agricultores de la piel de toro se frotan las
manos. Así se demuestra una vez más que la economía va por un lado y el campo
por otro. Aunque en este caso sí siga una lógica: la de la oferta y demanda.
Porque algo tendrá que ver en la subida del precio del cereal la pertinaz sequía que sufren
los Estados Unidos y el este de Europa. En el primer caso ha diezmado las
cosechas de soja y maíz, elevando los precios de este último un 50%. En Rusia y
en Kazajistán, la falta de lluvias también ha ensombrecido las expectativas de
la cosecha de trigo. Y en India es un monzón lo que amenaza las campañas de
cereal.
Muchas veces los agricultores contratan a terceros la recogida del cereal. El precio de una cosechadora es muy elevado para tener una propia. |
España no es ajena a los problemas de escasez de agua, con
la amenaza de no podar regar cultivos en algunas zonas,
como es el caso de las cuencas del Pisuerga y el Bajo Duero. También la falta
de lluvias ha afectado a la cosecha de cereales de invierno en la comunidad
autónoma de Castilla y León, que ha descendido con respecto al año anterior.
Pese a este problema, la campaña de trigo parece estar a salvo en el tanta
veces llamado ‘granero’ de España. La región producirá un 37% de los 12,5
millones de toneladas de la cosecha nacional en 2012, según las previsiones de
la consejera de Agricultura y Ganadería castellano y leonesa. Silvia Clemente
se subió a una cosechadora, o al menos posó junto a ella para la foto, en Villanueva del Campo. En la localidad zamorana presentó, a mediados de julio ,
los datos de la campaña de cereales de invierno en la región. Entre otras cosas
informo de que, por primera vez en diez años, la cosecha de trigo superaba a la
cosecha de cebada.
Por las mismas fechas que la consejera, yo también me subí a
una cosechadora. Todo un espectáculo ver cómo, de una sola pasada, recoge el cereal y separa el grano del trigo. También, cómo el ordenador a bordo ayuda con
absoluta precisión a quien la conduce y calcula, gracias a un sistema de
sensores, las toneladas de cereal que va recogiendo. Normalmente, los
agricultores no disponen de cosechadora propia por su elevado precio: un mínimo
de 150.000 euros. Así que subcontratan esta tarea agrícola a terceros.
La cosechadora vierte en el remolque de un tractor el grano, que previamente ha recogido y separado de la paja. |
El cosechador trabaja a destajo, de sol a sol y parte de la
noche. Y lo hace desde junio hasta bien entrado
agosto. En las zonas de secano lleva un ritmo más rápido al
tener menos producción, que se ralentiza a una media aproximada de una hectárea por hora en las de regadió. Además de rapidez, ha ganado confort, con aire
acondicionado en una cabina cubierta. Una situación que hace olvidar los
rigores estivales que sufrían aquellos cosechadores que tenían que trabajar en
máquinas descubiertas, con el sol pegando de pleno sobre sus cabezas. Más
lejano en el tiempo queda el recuerdo de los agricultores que tenían que
recoger el trigo manualmente, para luego trillarlo con ayuda de ganadería
(bueyes, normalmente) y aventarlo en la era en pleno mes de agosto. ¡Imagínense
el calor!
No sé si, en ese caso, la consejera se habría apuntado a la cosecha.
A las familias de los agricultores no les quedaba otro remedio. Porque en los tiempos en los que la mecanización era ciencia ficción,
todos los de casa tenían que arrimar el hombro, desde los más pequeños a los más
grandes, normalmente el hombre en la trilla y la mujer aventando. Pero, como ya
digo, eran otros tiempos.
4 comentarios:
De la que te has librado gracias a los avances de la técnica, que si no te veo aventando. Eso sí, ¡qué brazos se te pondrían (¡¡se acabó el salero!!).
Camino.
Ale, a vivir del trigo! (Por cierto, me ha gustado mucho, actualidad total)
Ala, a vivir del trigo!! (Por cierto, me ha gustado mucho, actualidad total)
Ana, en El Espantapájaros siempre primamos la actualidad, junto con la divulgación y la amenidad. Es el sello de la casa
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