viernes, 11 de noviembre de 2011

LA DOMESTICACIÓN DEL TRIGO

Un agricultor siembra trigo.

Pocas cosas son más simples y a la vez tan ricas. Pocas cosas son más básicas, indispensables, en nuestra mesa. Pocas cosas huelen mejor. Se pueden decir tantas cosas del pan, que no voy a ponerme a hacer un panegírico de este alimento tan antiguo, casi como la humanidad. O, al menos, la humanidad desde el Neolítico, cuando empezó a cultivarse el trigo.

Hasta entonces, los homínidos vivían estupendamente cazando animales mastodónticos y recogiendo frutos silvestres. Pero la superficie terrestre fue ‘al merme’ por las glaciaciones. Con ello, se redujo el fértil ‘jardín del Edén’ y la caza y los frutos disponibles, y aumentó la competencia para conseguirlos. Así que no quedó más remedio que ponerse a trabajar y ganarse “el pan con el sudor de tu frente”, como queda recogido en la Biblia, libro sagrado, pero también un compendio agrícola. “El Antiguo Testamento se puede leer como si fuera una edición amplísima de The Farmer’s Weekly (El semanario del granjero)”, nos recuerda Colin Tudge en su libro Neandertales, bandidos y granjeros (2000, Colección Darwinismo Hoy, de la Editorial Crítica).

Cosecha del cereal en el Neolítico.
El autor nos recuerda que los individuos no se lanzaron a laborear la tierra por gusto, sino que se vieron forzados a ello “cuando les quitaron su paraíso”, no sé si por culpa de Eva o de Adán –eso lo digo yo, no Tudge- o, efectivamente, de los cambios climáticos y geográficos. “La agricultura del laboreo es una actividad estacional, pero en la estación en que se ha de realizar es un infierno: y el tratamiento del grano después de la cosecha, en la trilla y la molienda, es al menos tan duro como el trabajo anterior”, continúa. A estas alturas ya debéis estar cansados, de tanta lamentación y de imaginaros en tal tesitura hace 10.000 años: al sol, cortando el cereal a hoz (no había ni guadañas) y sin la ayuda de bueyes.

         Afortunadamente las cosas han ido mejorando. Ya de aquella consiguieron ‘domesticar’ la cebada y el trigo, que hasta el Neolítico crecían en estado silvestre, si bien es verdad que eran fáciles de recolectar y también de cultivar. Además, el trigo sufrió un cambio genético que lo transformó de estado silvestre a doméstico. En el trigo silvestre, el grano maduro está muy poco sujeto al tallo. Cuando los vientos lo sacuden, cae el grano y se dispersa. Primer obstáculo porque se perdía fruto. El segundo, que para no perder semilla con el trigo silvestre, tenían que ir quitándola una por una, cuando es más fácil y cómodo cortar los tallos en masa y de ellos extraer la semilla mediante la trilla u otro proceso, como podían hacer con el doméstico. Primer avance, que describe Tudge mucho mejor que yo, por lo que les recomiendo estas 89 páginas reveladoras. Para mí, al menos, lo han sido.

La máquina para limpiar trigo.
Hoy las cosas son más fáciles, con complejos enriquecedores, semillas mejoradas y potente maquinaria. Si bien es verdad que, por estos lares castellanos y leoneses hasta hace medio siglo, año arriba año abajo, seguían siendo los bueyes la fuerza motriz de las tareas agrícolas. Y hasta hace poco se utilizaba el curioso ingenio de la foto. Tradicionalmente, primero se trillaba el cereal, ayudándose de un trillo tirado por bueyes, y, después, se aprovechaban las corrientes de aire para separar la paja del grano. Luego en algunos lugares se incorporaron estas máquinas para limpiar el trigo, que evitaban la dependencia de los agentes atmosféricos: ya no había que esperar a que el viento soplase en la era. Hoy se siguen utilizando por algunos agricultores para limpiar el trigo. El mismo mecanismo que en su día separaba el grano de la paja, hoy separa el grano entero del que se parte o no está en buenas condiciones.

         Porque muchos agricultores dedican parte del terreno a producir semilla: plantan R-1 y obtienen R-2, que utilizarán en la siguiente campaña. De momento, esta campaña ya ha comenzado con optimismo, porque el cereal sigue manteniendo un buen precio (de 34 a 40 pesetas el kilo, según la variedad y según la época, ya que las lonjas marcan los precios semanalmente), aunque con poca agua, lo que entorpeció la sementera en octubre. Las polvaredas provocadas por un tempero seco hicieron poco agradable esta labor, si bien no quedaba otro remedio ante la probabilidad de que cayeran lluvias.

Espigas y pan.
 
         Normalmente, tras laborear el terreno, toca abonarlo con un abono complejo tradicional (8-15-15 o 8-24-16), aunque se están imponiendo los abonos microgranulados, que tienen la ventaja de que ahorran una labor al echarse a la vez que la semilla. Precisamente, la siembra es la siguiente tarea. La cuarta, echar herbicidas, menos en el caso de la agricultura ecológica. Conviene hacerlo lo antes posible para evitar las malas hierbas, ya que, ya lo dice el refrán, una vez que nacen es más difícil acabar con ellas. Y tocará esperar hasta febrero, más o menos, cuando hay que echar el nitrato, un producto que da más vigor a la planta. Si, además, sufre problemas de hongos e insectos, habrá que darle con fungicidas e insecticidas. En regadío, el trigo se puede regar como apoyo: sería una o dos veces en la primavera, abril o mayo.

        Ya en julio o agosto, llega la cosecha y con ella concluye uno de los ciclos agrícolas más largos: el del trigo. Afortunadamente es un cereal con buena conservación, que no pierde en el almacenaje, lo que procura a los animales comida para todo el año y a nosotros tener ese pan crujiente, calentito y oloroso, nacido tras una gestación de nueve meses, semana arriba, semana abajo. Todo un parto, como diría Tudge, con dolor.

3 comentarios:

Begoña dijo...

Bueno Marta, como siempre has conseguido que aprenda un montón de cosas sobre algo tan cotidiano como el pan, o lo que es lo mismo, el trigo.
Realmente, es algo a lo que no le damos mucha importancia porque nos parece algo básico, pero nos costaría acostumbrarnos a prescindir de los ricos bocadillos (que no es lo mismo que un sandwich...) o a hacer barquitos en las salsas, ummmmmmm, qué rico!!!
Ya estoy a la espera del siguiente post!.

Luis dijo...

Llegan a la memoria los recuerdos de la niñez, traspasando la Cordillera Cantábrica por el Puerto de Pajares en el Seat 600, en dirección a las “tierras de pan llevar”. Allí en las vacaciones estivales colaboraba en las labores de la trilla, sentado sobre el cajón, mientras la mula giraba y giraba.
Gracias Marta y saluda de mi parte al Sr. Tudge.

Anónimo dijo...

Lo mejor del trigo son los POSTRES.

Jesús