jueves, 20 de diciembre de 2012

Pájaros de mal agüero



El agricultor ha discurrido lo indecible para espantar a los pájaros que amenazan sus cosechas. Hoy repasaremos los diferentes sistemas existentes: redes, radios a todo volumen, cañonazos, ultrasonidos, aves rapaces y hasta rayos láser. Pese a sus esfuerzos, los pájaros todavía siguen saliéndose con la suya y sisándoles las uvas, las cerezas o el trigo. Hoy hablamos de aves amigas y enemigas del agricultor. Y que me perdonen los ornitólogos…


 



Hace apenas dos semanas, en el programa No es un día cualquiera de Radio Nacional de España (RNE), la periodista Nieves Concostrina habló, con su gracejo habitual, de los daños que causan estorninos, palomas y gaviotas en los cementerios. Y, sobre todo, explicó la dificultad de echar de allí a unas especies que, por su profusión, se han convertido en una auténtica plaga, y una plaga muy pelma, además. No sólo los responsables de los camposantos tienen que vérselas con estas especies. En algunas ciudades, como en Huesca, los estorninos se miden por miles, qué digo miles: cientos de miles. El Heraldo de Aragón informa de que llegaron a contabilizarse 400.000. Los responsables municipales ya no saben qué hacer para echar de sus parques a esta especie. Lo han probado todo para ahuyentarlos, desde disparar cohetes a pasar continuamente con vehículos ‘armados’ con altavoces que vociferan ruidos de pájaros. Incluso han echado mano de una medida más drástica: recurrir a águilas Harris para espantarlos.



Pero el ayuntamiento oscense y los cementerios del mundo no son los únicos, ni los primeros, sufridores. El problema, convertido en amenaza con el que tanto nos asustó Alfred Hitchcock en la película Los pájaros, viene siendo uno de los quebraderos de cabeza de los agricultores desde tiempo inmemorial: cómo echar de mis tierras a unos pájaros que amenazan mis cosechas, mis frutales y mi huerta.



















En primer lugar, les hablaré de los métodos de los que he sido testigo:



1, una básica red que envuelve estratégicamente los árboles.



2, una radio que no está puesta allí para acompañar las sobremesas de los pajarillos, no, sino para hacerles ver que hay voces de personas y que, en una palabra, sobran. “Ahueca el ala, pajarraco” (nunca mejor dicho), parecen sugerirles los locutores de la SER, Onda Cero, Radio Nacional, COPE …



3, a tiros. La escopeta es un método más radical, pero certero, siempre que tengamos buena puntería…



4, cómo no, los tradicionales (y para nosotros, fundacionales) espantapájaros, hechos de palos, jirones de ropa y un sombrero viejo.



Pero aún así los tordos y compañía acaban burlando todos estos métodos y picando aquí y allá en los cerezos, el trigo, la viña o lo que se les ponga por delante. Así que en los últimos años han llegado métodos más radicales. Seguimos…



5, los cañones de gas que disparan cada cierto tiempo tiros al aire, un método aparentemente efectivo, pero muy molesto para los vecinos.



6, igual de ruidoso, pero yo diría que hasta desazonador: los espantapájaros acústicos que semejan el grito de alarma de las aves o los gritos de los depredadores.



7, los espantapájaros acústicos basados en ultrasonidos. Los humanos no oyen el ruido, pero el pájaro sí. De hecho, el ambiente le resulta realmente incómodo. Es un sistema más descansado para el oído humano, pero sólo recomendado para espacios reducidos ya que su radio de acción es muy pequeño.



8, el espantapájaros ecológico, que consiste en una cinta vibradora de efectos acústicos y ópticos realmente molestos para las aves indeseables, pero no para el vecindario. Vibra con la brisa más suave, produciendo unos zumbidos y movimientos que cambian constantemente y que resultan absolutamente insoportables para nuestros ‘invasores’.



Podríamos llegar al 9, con los pinchos antipalomas… al 10, con las imponentes siluetas de rapaces… o, incluso, al 11, con los más sofisticados rayos láser.














Las posibilidades son infinitas… La desesperación de algunos ciudadanos ha llegado a tal extremo, que no ha dejado de disparar su imaginación y de discurrir los métodos más ingeniosos.



Esperemos que actúen contra las aves más molestas, las que son la causa de sus desvelos, y no contra las aves amigas. Es el caso de las golondrinas, que no sólo no molestan, sino que con sus hábitos alimentarios ayudan a controlar la población de insectos. Además existe la superstición de que si las agredimos o dañamos su nido, nos traerá mala suerte. Así que son las amas del pajar, volando a sus anchas y haciendo su nido donde les venga en gana. Oye, para algo fueron las que –dicen- le quitaron las espinas de la corona a Jesucristo. Y por algo los poetas, como Bécquer, les han dedicado tan bellos versos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Y los CD en las ventanas y terrazas, que yo, torpe de mí, al principio creía que eran un adorno de muy poco gusto.

Feliz Navidad a todos los lectores del blog.

Camino.