domingo, 22 de enero de 2012

Huertos de altura

Un huerto urbano montado en macetas.
Conozco gente que en su terraza o en un rincón soleado de su salón planta tomates, fresas, marihuana (ay, eso no se come, ¿no?)… Yo, lo más parecido a un huerto que tengo en mi piso es una maceta con perejil. Pero les aseguro que es muy cómodo, un auténtico lujazo, tener perejil fresco siempre a mano para condimentar mis platos. Además brota sin querer, casi sin mirar para él… El perejil lo dejaremos para otro momento, porque hoy toca hablar de los huertos urbanos.

Un huerto de pueblo, de los de
toda la vida.
      A las gentes de pueblo tener un huerto siempre les ha resultado algo natural, con lo que han nacido y con lo que morirán. Sin embargo, para muchas gentes de ciudad era casi ciencia ficción… hasta hace pocos años, cuando se pusieron de moda los huertos urbanos gestionados por los ayuntamientos. Por regla general, van destinados a jubilados, que encuentran en esta afición una actividad que les mantiene entretenidos y, además, les reporta la satisfacción de cultivar sus propias frutas y verduras. Además sabrán que los productos que sacan son de buena calidad y se ahorrarán en la cesta de la compra. Pero estos huertos no sólo han surgido al calor del aliento municipal: muchas personas mayores –y no tan mayores- han adquirido tierras de su propiedad donde ‘cultivan’ su afición hortofrutícola. 
 
      Lo normal es que estos huertos estén en las afueras de las ciudades. En el centro puedes encontrarte jardineras de flores: en el suelo, colgando de las farolas, en las glorietas…, pero en ningún caso ofreciendo un algo (comestible) que llevarse a la boca. Como mucho, los naranjos que adornan y ambientan Sevilla, que –pienso yo- no están ahí para que nos comamos su fruto. Así que un día en que estaba tomando algo (bebible) en una terraza de un bar de Oviedo, me sorprendió ver una hilera de huertas en la trasera de las casas, allí en la calle Martínez Vigil, a escasos metros de la Catedral. Era un vestigio del pasado que, probablemente, no se había dejado engullir por el crecimiento urbanístico. Sea como fuere, el caso es que siguen ahí y en otras zonas de la capital asturiana.

      Está claro que a mí me sorprenden con cualquier cosa. Aunque no debo ser tan rara ya que mis compañeros de la Sección de Oviedo del diario El Comercio se hicieron la misma pregunta, investigaron y se toparon con una nueva realidad que había llegado a su ciudad: la proliferación de los huertos urbanos, que cubren las azoteas de los edificios y los parterres de los parques. Lo que mueve a sus promotores, más que una afición, es toda una filosofía de vida: obtener sus propias frutas y verduras o adquirirlas a un productor cercano; que sean ecológicas, de mayor calidad y a un precio más barato que el ofrecido por las grandes cadenas de alimentación.
 
      Viene a mi memoria la película Matrimonio de conveniencia (Peter Weir, 1990) y el personaje que encarnaba  la actriz Andie MacDowell, antes de ponerse el maquillaje L’Oreal. Tenía un jardín espectacular en un piso no menos espectacular de Nueva York y hacía lo imposible con tal de poder pagarlo, hasta embarcarse en un matrimonio falso con un zafio pero entrañable Gerard Depardieu. Creo recordar, porque mis memorias cinematográficas resultan muy vagas, que esta apasionada por la botánica también sembraba huertos en alguna esquina perdida de la ciudad de los rascacielos, como ahora hacen algunas asociaciones de guerrilla ecologista.
     




Un huerto en Brooklyn. Al fondo, el skyline de Manhattan.


Menos guerrilleros son los japoneses. En Tokio, el mismo lugar donde se debatió el protocolo ambiental, son ya legión los que se dedican al gardening en las azoteas de los edificios. En muchos casos, no son de viviendas, sino la sede de bancos, corporaciones y demás, que fomentan esta actividad, como podemos ver en youtube . Es tal la fiebre jardinera y hortícola, que muchas empresas observan el fenómeno como una nueva opción laboral en los turbulentos tiempos económicos actuales. Incluso algún ejecutivo ha dejado su profesión para dedicarse a la horticultura.

      Una verdadera moda que, según he leído en internet, en realidad nació por una imposición legal: los nuevos edificios privados con una cubierta de más de mil metros cuadrados tenían que cubrir, al menos, el 20% de su superficie con huertos. En fin, aquí, en España, toca poner placas solares, y allí tomates, lechugas y acelgas para contribuir a limpiar nuestro medio ambiente y frenar el calentamiento global. La fiebre de alfombrar de verde nuestros tejados también ha llegado a Alemania, Gran Bretaña, Hungría, Holanda, Suecia, Estados Unidos y a algunas ciudades españolas. Barcelona, pionera en tantas cosas, lanzó una campaña para crear huertos en balcones y terrazas, que incluía como complemento cursos de horticultura en los centros cívicos.

Los japoneses cuidan sus cultivos de altura.
 Para los que quieran sumarse a esta fiebre hortelana, tienen que tener claro que no todos los espacios se adecuan a este propósito. La terraza o azotea dedicada a nuestra huerta deben recibir sol en abundancia, al menos cinco o seis horas de luz directa al día en los meses de verano, y preferiblemente estar orientadas al sur. Es recomendable que haya un grifo cerca para facilitar las labores de riego o, al menos, contar con la opción de colocar un depósito de agua con capacidad para 25 o 50 litros. ¿Y dónde colocar las semillas y las plantas? Algunas empresas vieron claro el negocio y desarrollaron unas mesas especiales. Incluso una vez vi en un programa de televisión una especie de carrito con varias alturas ideal para minipisos: en el mismo espacio y a distintas alturas podían sacarse adelante varios cultivos.

Las mesas concebidas para las huertas en terrazas.
      
      Por supuesto no podemos olvidarnos del abono: para la huerta, es preferible el orgánico. Una medida que garantiza producciones ecológicas, aunque, en ocasiones, algunos optarán por acompañar de productos fitosanitarios para exterminar plagas de insectos, hongos y otros problemas que amenazan nuestros cultivos. A veces hay que aceptar daños colaterales si no queremos que nuestros esfuerzos de meses queden en nada.

El diseño del huerto en altura.
      No se desanimen si quieren un huerto. Incluso en el desierto existe la posibilidad de montar uno. Como el que en 2009 se plantearon desarrollar las autoridades de Dubai, un huerto en altura construido sobre una torre de 300 metros, levantada a orillas del mar. De ella se desprenderían una serie de terrazas circulares, donde irían situados los invernaderos. Para regarlo, se utilizaría agua de mar desalada. A su vez, La granja vertical generaría la evaporación de grandes volúmenes de agua y daría lugar a un microclima con un aire más húmedo y frío en torno a la estructura. Al final se cerraría el ciclo: además de tener en medio del desierto un huerto, verde e inmenso, su implantación provocaría las lluvias. Una utilidad más del huerto, además de alimentar, entretener, elevar la autoestima, alegrar la vista, los sentidos… Porque como dice el proverbio chino, “Si quieres ser feliz un día, emborráchate; si quieres ser feliz una semana, cásate; si quieres ser feliz toda la vida, sé jardinero”. Lo que no sé es si es un cuento (chino) o no.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Está la mar de interesante, pero nos tenías que dar también información práctica para saber cómo montar nuestro huerto urbano!!!: las fechas para plantar, qué plantas se dan mejor, si hay que abonar o algo... Luis y yo plantamos tomates en la terraza hace dos años y nos salieron enanos, como del tamaño de una nuez, creo que hicimos algo mal...
Besos,
Carmen.

Marta Frechilla dijo...

Carmen, en el penúltimo párrafo hablo del abonado de la tierra, mejor con abono orgánico, es decir, estiércol.
Las fechas para plantar las hortalizas varían. Cada una tiene su época. Mi idea es ir hablando de ellas una por una, al menos de las más importantes. ¡Tenemos toda la vida por delante y muchos temas de los que hablar en EL ESPANTAPÁJAROS! En cualquier caso, anoto tu sugerencia

vicky dijo...

Me ha encantado este artículo. Pero, desgraciadamente, mi terraza es demasiado estrecha para plantar un huertito y no le dan 6 horas de sol ni de refilón. Tendré que seguir esperando a mi retiro (jejee, a más tardar) y plantarme una huertina en algún jardincillo de una casita.....ese es mi sueño para un futuro muyyyyyyyyyyyyy lejano!!!

Marta Frechilla dijo...

Si te apetece de verdad, haz una prueba con una maceta, por ejemplo, de perejil. En mayo, que es cuando toca plantar el perejil, hablaré de sus cuidados. O de zanahorias, que aguantan bastante tralla. Si quieres ir practicando antes de la jubilación...