martes, 9 de octubre de 2012

Quien tenga seguro que levante la mano



Las recientes lluvias torrenciales que afectaron a Andalucía y Murcia nos dejaron imágenes tan devastadoras que no podríamos imaginar ni en nuestras peores pesadillas; historias que no se las deseamos a nadie, ni a nuestro peor enemigo; y víctimas, muchas víctimas, algunas de ellas mortales. Sólo por citar algunas de esas escenas, pienso en el abuelo y la nieta arrollados por el agua, en coches arrastrados como si fueran cáscaras de nuez y en el puente que sufrió un colapso y que arrastró una furgoneta blanca. Afortunadamente, su conductor salvó su vida al saltar a tiempo del vehículo.

Pero si una historia se me ha quedado grabada es la del agricultor murciano que el año pasado sufrió las consecuencias del terremoto de Lorca y éste, el temporal. Dicen que no llueve sobre mojado, pero, en este caso, no se cumplió el refrán. Llovió (y vaya sí llovió) y devastó la cosecha de este (pobre) hombre de campo, que, con los recursos económicos al rojo tras la primera sacudida del temblor de tierra, había decidido no contratar seguro agrario. El suyo no es un caso aislado. La misma noticia nos informaba de que nueve de cada diez agricultores de la región murciana no tienen contratado ningún seguro agrario.

Quizá podríamos calificar de imprudentes a los agricultores murcianos, y también a buena parte de los agricultores españoles. Pero antes de entrar en calificativos, habría que matizar que muchos de ellos piensan que no se les compensa en la proporción que debiera cuando sufren una inundación, como en este caso, o son víctimas de la sequía, el pedrisco, las heladas, las plagas… Consideran que las aseguradoras  tienden a valorar los daños a la baja y no siempre les cubren todos los daños sufridos. Por eso, prefieren arriesgar del todo o asegurar sólo alguno de los cultivos.

El precio de los seguros agrarios varía en función de la producción y de la zona. ¿Son caros? Antes de perdernos en juicios de valor, quizás sea mejor aportar datos y que cada uno opine. La página web de Asaja León (Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores) da algunos ejemplos. A un agricultor que sólo tiene regadío y lo asegura todo, asegurar 10.000 kilos de maíz por hectárea en Esla-Campos le costará 11,67 euros. El mismo cultivo y en la misma cantidad le saldrá más barato en la zona del Páramo: 9,91 euros. Si en lugar de cereal son alubias de La Bañeza le costará 51.79 euros por 3.000 kilos. Estos precios nos dan una ligera idea de lo que varían los precios de los seguros según cultivos, zonas y si hay riego o no. Porque en secano los precios aumentan, casi se duplican, máxime si además nuestro agricultor no había suscrito seguro en la campaña anterior.

El Ministerio de Agricultura, en Madrid.

La sequía ha animado a muchos
agricultores y ganaderos  a suscribir

un seguro, lo que ha aumentado su
contratación en los últimos meses


Aunque en muchos casos los agricultores no confían en los seguros, circunstancias como la sequía animan a muchos de ellos a suscribir uno. Apurado te veas, como diría otro refrán. La situación de falta de lluvias ha incrementado la contratación de seguros agrarios. Los labradores buscan así que las indemnizaciones cubran parte de la merma de la cosecha y los ganaderos, recibir dinero para la compra de piensos y forrajes que sustituyan y/o complementen los pastos secos y agostados por la falta de precipitaciones.

A esta circunstancia especial de un año seco se suma la de unos presupuestos recortados por la situación económica, lo que ha hecho que se reduzca la partida del Sistema Nacional de Seguros Agrarios, que hasta ahora subvencionaba en un 50% la contratación de los mismos. El Gobierno central ponía el 40% y las autonomías el 10% restante. Pero la penosa situación presupuestaria ha hecho que algunas comunidades autónomas se hayan descolgado del sistema, entre ellas, Castilla y León, Murcia, Extremadura y Andalucía. Por pura matemática, el incremento de la contratación de seguros y la disminución de los presupuestos, ha llevado al Ministerio de Agricultura a reducir los porcentajes de subvención en las líneas de seguro a partir del 1 de septiembre.

En fin, con cada vez menos apoyos, más gastos agrícolas, en medio de una situación económica precaria, y con mayores riesgos y circunstancias sobrevenidas, ¿todavía se preguntan porque muchos agricultores no contratan seguro? Que cada uno saque conclusiones.

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