sábado, 28 de abril de 2012

La leyenda negra de los topillos


Un (dañino) topillo campesino. Fuente fotografía Biólogo y becario

Cuando era una niña me fascinaba la leyenda del gran topo de la Catedral de León. La historia se remonta a la Edad Media, al siglo XIII, cuando comenzó a construirse la Pulchra Leonina. Cuentan que, durante la noche, un topo inmenso destrozaba lo construido durante el día. Los leoneses, cansados de que la obra no avanzase, se enfrentaron a este animal imposible, fantástico… porque es difícil de creer que un topo alcance el tamaño de un perro o, incluso, de un jabalí. Una versión dice que le mataron a garrotazos. Otra, que le dieron caza con una trampa que idearon con tal fin. Desde entonces, a los niños nos cuentan que un enorme objeto, en realidad un caparazón de tortuga que hay sobre la puerta de San Juan de la Catedral, es la piel seca del topo. Y si eres un poco crédulo, aunque tengas dudas sobre la verosimilitud del relato, te acabas ‘tragando’ el cuento.

Ojalá fuera tan fácil acabar con los topillos que asolan los campos como con el topo gigante de la Catedral. Seguramente es lo que pensaban muchos agricultores de Castilla y León que, entre 2006 y 2007, sufrieron una plaga que acabó con muchas cosechas de cereal, especialmente en Tierra de Campos. Normalmente, las heladas esquilman las poblaciones de estos roedores herbívoros; el frío actúa de medida de control natural. Pero aquel año, unas temperaturas benignas propiciaron que crecieran de forma desmesurada y que persistieran. Si en años normales la población de topillos campesinos ronda los 100 millones, se estima que en aquel verano de 2007 alcanzó los 700 millones. Arrasaron un total de 500.000 hectáreas y provocaron pérdidas en las cosechas por valor de 15 millones de euros.


La (bella) Catedral de León.
Afectó a prácticamente toda la comunidad autónoma, si bien las provincias que sufrieron más daños fueron Valladolid, Segovia, Palencia y Zamora. Los ‘ejércitos invasores’ de topillos a punto estuvieron de cruzar la frontera y llegar a Portugal.

Cuando esta pesadilla, que algunos llegaron a bautizar como el ‘Azote de Castilla’, parecía ya olvidada y convertida en pieza de hemeroteca, ha vuelto a saltar a las páginas de los medios de comunicación. Algunas asociaciones de agricultores llevan meses alertando sobre la presencia de nuevas plagas de topillos, concretamente en la provincia de Palencia. Piden a las autoridades, en este caso a los responsables de la Junta de Castilla y León, que actúen si no quieren que la historia se repita… No la del topo de la Catedral, la de la plaga de topillos de 2007, posiblemente más devastadora. 

Los agricultores proponen como solución la quema controlada de cunetas, reservorios y arroyos, que es precisamente de donde han pasado a los campos de cultivo, arrasando fincas sembradas de alfalfa y veza. Como explican en Noticias de Castilla y León, «no se trata de quemar todo el campo, pero sí las zonas donde se origina la plaga, como cunetas y arroyos». Pero cuando alguien habla de prender fuego, todos, autoridades, grupos ecologistas y población en general, nos echamos las manos a la cabeza. Nos imaginamos a esos mismos agricultores convertidos en pirómanos, cuando en realidad la quema de rastrojos ha sido una forma tradicional de control de plagas. Evidentemente, los labradores son los últimos que quieren arrasar sus campos. Lo que quieren es terminar con esos topillos que, irónicamente, llevan su mismo nombre: campesinos.


4 comentarios:

Anónimo dijo...

no seré yo quien contradiga a un biólogo becario, pero en mi pueblo lo de la foto es un ratón campestre (un "pobre" ratoncillo, o un "mardito roedó") y los topos que YO MISMO cazo todos los años están ciegos, tienen el hocico muy alargado, las manos grandes (como palas) y los dedos bien marcados, largos y robustos para poder trabajar.

BY: La "mirada crítica" de Jesús

Marta Frechilla dijo...

Sí, por lo que dices de que son cegatos, lo que cazas tu son topos, no topillos. Son diferentes en sus características físicas y, también, en la alimentación. Por lo que he leído, los topillos son herbívoros y los topos insectívoros.

Luis dijo...

Hola,

Sin entrar en si son topos, topillos, ratones, herbívoros, insectívoros o de la familia de los proboscidios disfrazados de roedores... propongo que en lugar de prender fuego, se encienda la llama de la imaginación y se organicen safaris a precios asequibles.

Con ello se matan dos problemas de un tiro: la plaga y los viajes reales.

Marta Frechilla dijo...

Pero yo, al menos, si les veo esa carita tan mona que tienen, no sé si sería capaz de matar a un solo topillo!!