domingo, 13 de mayo de 2012

«Siembra perejil en mayo..»


... y tendrás para todo el año».
Paracelso, ese ilustre médico y químico suizo de nombre clásico, dijo en su día que el veneno está en la dosis. Bueno, lo mismo, pero con una frase más rimbombante: «Todo es veneno, nada es sin veneno. Sólo la dosis hace el veneno». Y el perejil, o al menos ciertas clases, es venenoso si se toma en grandes cantidades. De pequeña me lo dijeron y se me quedó grabado a fuego, supongo que porque me resultaba chocante que un condimento culinario que mi madre y todas las madres utilizaban con tanta frecuencia pudiera llegar a ser tóxico. En realidad son más sensibles ciertas personas y los animales. Un granjero te dirá que ni se te ocurra dar de comer perejil a los conejos. Él, por si acaso, no experimentará.

Mientras tanto, los cocineros, los cocinillas y las madres del mundo siguen ‘matándonos’ poquito a poco. Es un decir… Tienen margen: no creo que podamos comer, en toda una vida de salsas verdes, tal cantidad de perejil como para conseguir machacar nuestro hígado.

Recuerden, utilícenlo en pequeñas dosis. De hecho, yo tengo una maceta en la terraza y no doy abasto para terminarlo. Creo que ya les he hablado de lo grato que resulta tener perejil fresco siempre a mano.  Porque, como diría Arguiñano, con perejil, cualquier guiso sabe “rico, rico”. Y se lo repito ahora que es el momento de plantar perejil, porque, como dice el refrán, ‘Siembra perejil en mayo y tendrás para todo el año’.


Semilla obtenida de la flor del perejil.
La grana se obtiene de la flor del perejil. Se recoge, se muele y se le quitan las impurezas. Si no cuenta con esa posibilidad, no tiene excusa, porque puede comprar las semillas en droguerías y tiendas especializadas. Una recomendación consiste en meter durante un día las semillas en agua porque facilita su posterior germinación. 


PRIMER PASO: Remover
bien la tierra.



Pasado ese tiempo, remueva bien la tierra donde va a sembrar el perejil. A continuación, vierta el agua con la semilla y remueva de nuevo. Finalmente, riéguelo. Y no se olvide de echarle agua con regularidad, antes y después de nacer el fruto. No sea impaciente: tardará sólo dos o tres semanas en brotar, dependiendo de la temperatura. Cuanto más benigna sea, menos le costará. Es una planta que necesita sol, aunque, en mi opinión, una excesiva exposición puede ser perjudicial. Si se ha fijado, suele colocarse junto a las tapias o a la sombra de un seto.
 

SEGUNDO PASO: Verter el
agua con la semilla.
Cuando vaya a utilizar el perejil, es importante que no lo arranque porque, entonces, se llevará por delante la raíz y ya no brotará más. Tiene que cortarlo a un dedo de donde nace, y así seguirá dando perejil hasta el año siguiente. Porque es una planta herbácea muy generosa; no para de dar fruto. Y muy sana, ya que es rica en vitaminas A, B1, B2, C y D. Eso sí, siempre que se consuma en crudo, ya que su cocción elimina sus propiedades. Por eso recomiendan cocinarlo levemente para que conserve su riqueza y su aroma.


TERCER PASO: Regar.
En infusión es un magnífico diurético. Algunos herboristas recomiendan tomar un té de perejil para regular la hipertensión. Cuenta Wikipedia que los indios Cherokee lo usan como medicamento tónico para mejorar el rendimiento de la vejiga. Dicen que también es un buen agente blanqueador para las manchas de la piel y las pecas producidas por el sol. Pero recuerden, sin pasarse. Si bien es verdad que algunos especialistas dicen que no todos los tipos de perejil son tóxicos, yo, por si acaso, no me la jugaría. Experimentos con gaseosa.

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