martes, 2 de octubre de 2012

El pimiento, cinco siglos entre nosotros

Rojos, amarillos verdes; dulces y picantes; morrones, guindillas, alargados o rectangulares; de Gernika, Padrón, Lodosa, El Bierzo, Fresno-Benavente… Seguro que lo habrán adivinado, les hablo del pimiento. Y estoy desbordada, tanto por la gran cantidad de variedades que existen -300 sólo en el catálogo nacional-, como por las propiedades de este producto, que lo mismo sirve de analgésico que de diurético, que viene igual de bien al que quiere adelgazar que a la embarazada que procura el bienestar para su futuro bebé. Dicen que es falso el mito de que es una bomba para el estómago… salvo que nos pongamos tibios a chiles mexicanos, claro. Es una bomba, pero para la buena salud, con más vitamina C que los cítricos o los kiwis. Por algo los españoles consumen una media de casi 5 kilos al año, ¿o quizá habría que comer más?


La feria del pimiento de Benavente. Se celebra cada año
en septiembre, una semana antes de la de Fresno de la Vega.
 El pimiento está tan presente en la dieta mediterránea que parece mentira que sólo lleve entre nosotros algo más de cinco siglos. Originario de América, concretamente de México, Bolivia y Perú, Colón lo trajo en 1493, tras su primer viaje. Cuentan las crónicas que, precisamente, el descubridor fue en busca de un camino más corto a las Indias para traer las especias. Más en concreto, la preciada, mágica y misteriosa pimienta. Esta hierba llegaba a Occidente por las rutas comerciales, pero, durante muchos siglos, su procedencia concreta era un enigma, el secreto mejor guardado. Finalmente, a finales del siglo XV, los Reyes Católicos sufragaron el viaje y Colón no llegó a la India ni dio con la preciada mercancía que buscaba. Se encontró con un continente nuevo, América, y un producto igual de nuevo, el pimiento, que, en un primer momento y por su sabor picante, confundió con la pimienta. De ahí, el nombre tan parecido.

Así que, recapitulando, junto con el tomate y la patata, esta verdura de la familia de las Solanáceas y del género Capsicum llegó de América. Así lo aprendimos nosotros, pese a que algunas pistas (¿falsas?) nos lleven a poner la Historia en tela de juicio. Como es el caso del descubrimiento de un sarcófago del siglo XIII en Villalcázar de Sirga (Palencia) con un pimiento esculpido. ¿El escultor era un visionario o, entonces, cómo puede ser que hubiera reproducido un pimiento? La explicación es que el adorno de la tumba de la noble de la familia Pimentel enterrada allí se debe a una restauración posterior. Para entonces, se supone, ya había pimientos en la península. Y si, como yo, se hacen muchas preguntas, les resultará sospechoso que haya un apellido, Pimentel, antes del objeto que aparentemente le da su nombre, el pimiento. En realidad, el apellido que llevaban los Condes de Benavente procede de la ‘pimienta de agua’, una planta que crece en los canales de agua y en los regatos, con frutos de sabor picante y cáustico.

Cuentan las crónicas que Colón
emprendió su viaje en busca de una
nueva vía a las Indias y de la pimienta;
en su lugar, se encontró América y el pimiento

Procedente de América, el chili, como lo llamaban los indígenas americanos, se adaptó muy bien a las condiciones de la península. De hecho, España se ha convertido en uno de los mayores productores del mundo. Ya decíamos que había 300 variedades en el Catálogo Nacional, además de contar con 6 Indicaciones Geográficas Protegidas (IGP) y 3 Denominaciones de Origen (DOP), además de 2 DOP de pimentón y otros derivados. Entre ellas están el famoso pimentón de la Vera y el de Murcia, los pimientos de Gernika, Herbón (el de Padrón), piquillo de Lodosa, el pimiento asado del Bierzo, pimiento de Arnoia, Oímbra, Couto, Fresno-Benavente y Riojano.

No todos pasan por su mejor momento. Este verano me llamó la atención una noticia que alertaba de la caída de la producción en El Bierzo. Detrás estaba la falta de consumo de este producto. De hecho en 2011 quedó sin vender el 60% de la producción de pimiento asado. Así que las conserveras no han querido pillarse los dedos en este 2012 y han pedido a los agricultores que no siembren tanto. Mientras esta comarca leonesa vive su peor año desde la creación de la IGP, otra de reciente creación, la de Fresno-Benavente, ha duplicado el número de hectáreas de este cultivo.

España es una de las principales
productoras mundiales, con 300 variedades,
5 Denominaciones de Origen Protegido (DOP) y
6 Indicaciones Geográficas Protegidas (IGP)

Dada la gran cantidad de variedades que existen, es difícil dar unas pautas generales para su siembra. En este punto de Castilla y León desde el que les hablo (Benavente y Los Valles), que puede presumir de un excelente pimiento morrón, en febrero se planta el semillero. Para crecer, la planta requerirá de una ‘cama caliente’ y de una buena capa de estiércol sobre la que poner la tierra con la semilla. Una vez que tengamos el plantón, lo transplantamos a la huerta en la primavera, garantizándole sol y calor. En septiembre tendremos esos pimientos morrones, carnosos y sin manchas, que garantizan un aporte calórico importante, mucha agua, mucha fibra y escasas grasas.

El pimiento es una buena fuente de vitaminas: E, A, B1, B2, B3, B6 y C. De hecho tiene más vitamina C que los cítricos y los kiwis: 60 gramos al día nos aportarán la cantidad aconsejada. Es rico en minerales (fósforo, magnesio, potasio y calcio), ácido fólico, carotenos, capsantina y beta carotenos. Todos estos componentes favorecen la formación de colágeno, huesos y dientes, el crecimiento del cabello, mejoran la visión, refuerzan el sistema inmunológico, tienen efectos antioxidantes, poder analgésico, ayudan a quemar grasas… La lista de propiedades es muy larga. Como este artículo. Y como no quiero ser pesada, voy poniendo fin a mi particular oda al pimiento. No sin antes animarles a que coman muchos, por su salud y por la economía del sector agrario. No sé ustedes: yo -lo confieso- tendré que empezar a recuperar el tiempo perdido de muchos años sin consumirlos. Ahora –se lo garantizo- me encantan.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me has tocado la fibra sensible, ¡¡¡me encantan los pimientos!!!, y con todas esas propiedades que tienen (y que yo desconocía) debo estar sana como un roble porque como muchísimos, sobre todo en esta época, que da gloria verlos en el mercado. Y como se pueden preparar de un montón de maneras y sirven tanto para comerlos solos como para acompañar cualquier cosa, pues lo dicho ¡palo al pimiento!.
Acabo de recordar que al parecer cuando yo iba a nacer (y mis hermanos)mi madre tenía antojo de bocadillos de pimientos verdes cocidos, así que es una afición que arrastro desde antes de la cuna.
Camino.

Luis dijo...


Y la expresión "¡y un pimiento!"... a partir de ahora tendremos que decir "¡muchísimas gracias por tan apreciado producto!

¡Oh! pimiento... ¿dónde estabas escondido?.

Gracias Marta.

Marta Frechilla dijo...

De nada, Luis. Sólo intento transmitiros cosas que me sorprenden de la agricultura en general y, en este caso concreto, de las hortalizas. Espero que os sirva de ayuda.
Y gracias a todos por vuestros comentarios. Me sirven para saber que El Espantapájaros va por buen camino.