viernes, 9 de noviembre de 2012

La agricultura de conservación gana terreno


En los últimos años se ha duplicado la superficie mundial cultivada mediante siembra directa, una técnica que reduce faenas al sembrar y preparar el terreno en una sola pasada 

Un agricultor siembra trigo mediante sistemas de agricultura convencional. / M. F.

‘Terra’, término latino que dio lugar a la palabra ‘tierra’, tiene, al menos, tres usos y significados. El “material desmenuzable que compone el suelo natural”, sin él no existiría la agricultura ni tendría sentido este blog. También es “nación, país, región o territorio”, la tierra que define a las personas, a las sociedades. Y el “planeta que habitamos”, el quinto más grande del sistema solar y el único, hasta la fecha, en el que se ha comprobado la existencia de vida. Por supuesto, Terra también da hombre a la filial de Telefónica dedicada a contenidos de internet, que, precisamente, ha organizado un concurso, www.terradebloggers.es, en el que me dispongo a participar.

Para hacerlo, tengo que escribir un buen artículo que me dé opciones para ser uno de los 100 seleccionados de mi categoría (‘Actualidad’): ¡Menudo reto! No acaba ahí la cosa (y eso os implica a vosotros, fieles lectores): tenéis que apoyarme en mi campaña de promoción on line desde el 14 al 20 de noviembre, con tweets y retweets, que culminará el día 21 con un evento final en Twitter, en el que tendréis que ‘retuitear’ aún más. Ya os iré informando a través de correo electrónico, la página en Facebook de El Espantapájaros Blog Rural y mi perfil en Twitter (@mfrechi).

Pero empecemos por el artículo, primer paso de este desafío. Estuve pensando en las conexiones entre una compañía basada en la tecnología y un blog centrado en agricultura y medio rural. Aparentemente parecían pocas o nulas, pero luego me di cuenta de que la ‘tierra’ nos une y es el sustrato de ambas. La necesitamos y para ello tenemos que conservarla. Ya había dado el segundo paso, había encontrado un tema: la agricultura de conservación, toda una ‘filosofía’ agrícola que va ganando terreno y seguidores.

¿Qué es? 
De acuerdo con la definición de la FAO, “comprende una serie de técnicas que tienen como objetivo fundamental conservar, mejorar y hacer un uso más eficiente de los recursos naturales, mediante un manejo integrado del suelo, agua, agentes biológicos e insumos externos”.

¿Qué busca? 
La conservación del suelo, un recurso limitado y no renovable. Precisamente, la pérdida de suelo es uno de los problemas más graves de la agricultura. 

¿Qué hacemos para conservar el suelo?
Adoptar técnicas como la reducción y minimización de labores, que en la agricultura convencional suponen un gran coste económico y medioambiental al conllevar un mayor consumo de combustible y altos niveles de emisión de CO2 a la atmósfera. También, la rotación de cultivos, que inhibe la acción de agentes patógenos y aporta nutrientes y materia orgánica al suelo. En tercer lugar, el uso racional de fertilizantes químicos, favoreciendo en su lugar la utilización de restos vegetales de la cosecha anterior como medio natural para la protección y fertilización de los suelos.

¿Cómo la llevamos a la práctica?
Mediante sistemas de mínimo laboreo, no laboreo o siembra directa, que reducen las faenas agrícolas. Consiguientemente, requieren menos horas de trabajo y esfuerzo y, sobre todo, menos combustible, tan perjudicial para el medio ambiente y para el bolsillo del agricultor.

En concreto, la siembra directa consiste en sembrar sobre los restos del cultivo anterior la semilla sin ningún tipo de laboreo previo. De la misma pasada, y utilizando una máquina habilitada para tal fin, el agricultor abre el surco, coloca la semilla y asienta el suelo. Teniendo en cuenta sus beneficios económicos, al implicar menos consumo de combustible y reducción de maquinaria y de pases,  parece lógico que este sistema esté creciendo en aceptación. En sólo 10 años se duplicaron el número de hectáreas sembradas mediante esta técnica en el mundo: de 45 millones en 1999 a más de 100 millones en 2008.     

¿Qué ventajas tiene para el entorno?
Además del ahorro para el agricultor, en tiempo y dinero, la agricultura de conservación tiene ventajas para el medio ambiente.

  • Reduce la erosión del terreno: al mantenerse los restos de la cosecha anterior. Así también se reduce el efecto de la lluvia que llega al suelo y el poder erosivo de las aguas de escorrentía.
  • Disminuye la emisión de CO2 a la atmósfera: cuanto menos se labra, el suelo absorbe y almacena más carbono. En definitiva, sintetiza más materia orgánica, lo que aumenta la capacidad productiva de los suelos y, al mismo tiempo, disminuye el CO2 liberado a la atmósfera. También al reducirse las faenas agrícolas, baja el consumo de gasóleo y de emisiones.
  • Mejora la biodiversidad: los restos sobre el suelo proveen de un sustrato para la vida.
  • Ahorro de agua: y también de la calidad de las aguas superficiales, al usarse menos fertilizantes y pesticidas.
En definitiva, con todas estas ventajas y aparentemente sólo un inconveniente (hacerse con una maquinaria especial para la siembra directa), me pregunto por qué no hay más agricultores que se pasen a la agricultura de conservación. Esa misma pregunta se la hice un día no muy lejano a un agricultor, que no me supo darme una razón convincente de por qué sigue en la agricultura convencional. Desde entonces, sigo esperando una respuesta.

3 comentarios:

Luis dijo...

Hola Marta,

Además de los beneficios que comentas, yo añadiría:

1º) Al requerir menos tiempo de trabajo, se dispone de éste para la conciliación de la vida laboral y familiar.

2º) Lo anterior puede ser un incentivo para las nuevas generaciones, que no quieren saber nada del campo por tratarse de un trabajo que deja muy poco tiempo libre.

Estupendo artículo. Seguro que ganarás el premio.

Ya nos dirás cómo tenemos que votarte, revotarte... y volver a votarte.

¡Buen finde!.

P.D.: ¿Qué precio tiene la máquina especial?.

Anónimo dijo...

Ese agricultor al que le has hecho la preguna, ¿tendrá -por casulidad- un nombre que comienza por la letra "T" y termina por la "s"?.

Bueno, a mí también me gusta el artículo, aunque intentaría completarlo con un acercamiento a la "agricultura ecológica" en el sentido de combinar cultivos que se protejan unos a otros de las plagas o bichitos que tan poca gracia hacen a los agricultores.

Hablando a microscópica o "nanoscópica" escala, nosotros en casa tenemos una maceta con albhaca, que al tiempo que ahuyenta los mosquitos nos proporciona un agradable olorcillo y un mejor sabor a la comida.

Bueno, voy a darme un paseo por Twiter.

Sal U-2 de Jesús

Marta Frechilla dijo...

En respuesta a tu pregunta, Luis, hay sembradoras de todos los precios, dependiendo de muchos factores: de si es primera mano o segunda, de la marca, del ancho de labor... Las he visto desde 900 euros a más de 30.000.

Jesús, tendré en cuenta tu propuesta para futuros artículos. Además este fin de semana ha habido una feria de agricultura ecológica bastante importante. Creo que este artículo ya era demasiado extenso como para hablar de más asuntos...

Gracias y saludos, m